10/01 - Interés para la salud

Las dietas “milagrosas”

Llega el verano y todos queremos vernos bien lo más rápido posible. Karina Zamorano, Licenciada en Nutrición, reflexiona sobre las llamadas dietas “milagrosas”, las cuales prometen bajar de peso a cualquier costo, pero producen gran daño al organismo.

 

En mi presente me suelo preguntar a menudo por esta corriente de “hacer dieta” que nos empuja a todos en masa, como una ola.
 
Es innumerable, la cantidad de personas que comienzan y abandonan dietas con el intento de controlar el peso corporal. En la atención en consultorio, he observado que suelen visitar a varios profesionales a lo largo de un breve período, intentando obtener el mejor resultado, en muchos casos, al mínimo esfuerzo. Como si esto fuera poco, luego viene la adopción de dietas aconsejadas por amigos, vecinos, “curanderos”, o profesionales no especializados en el tema, que en la mayoría de los casos no sólo producen gran daño al organismo debido al predominio de pérdida de masa magra sobre la masa grasa, sino que, ANTE TODO, NINGUNA INCULCA un HÁBITO ALIMENTARIO.
 
Uno de los perjuicios más grandes que se padece en este ir y venir, es el sube y baja periódico de gran cantidad de kilos conocido como el “efecto yo-yo”. El interrogante que surge entonces es: “¿Hay solución para este problema?”.
 
En la etapa inicial de la práctica dietética se logran resultados satisfactorios, debido a la restricción calórica impuesta en primer lugar, al grado de cumplimiento por parte del paciente, pero por sobre todo a la alta motivación inicial.
 
Sin embargo, en las etapas posteriores, se observa que fracasan, si no van acompañadas de una importante EDUCACIÓN ALIMENTARIA que contribuya al cambio de hábitos alimentarios, pieza clave para la MANTENCIÓN del peso alcanzado a largo plazo. No olvidar, que parte del éxito de un tratamiento nutricional para descenso de peso, lo hace la “mantención” de dicho peso. Al ser la obesidad una enfermedad crónica, se requiere de un tratamiento continuo y progresivo; al suspenderlo aparecerá la consabida recaída.
 
Siempre existe una resistencia al cambio, en principio porque cambiar resulta a veces molesto, y no siempre se aceptan los resultados tardíos o no inmediatos.
 
No se puede cambiar un estilo de vida en poco tiempo o en cuestión de semanas, aunque paradójicamente a esto, nos vemos sumergidos en la rutina del “todo ya”, del “todo ahora”, del “exprés”, del “no parar”.
 

Sólo podrá sostener el peso descendido, aquel que mantiene en el tiempo un estilo de alimentación adecuada y equilibrada, basada en hábitos alimentarios y no en “dietas milagrosas”.

 

Para ello se deberán practicar de manera diaria los hábitos alimentarios y las nuevas conductas dietéticas adquiridas.
 

Es un trabajo diario, por momentos pesado, duro, difícil de sostener, pero si existen las ganas de cambiar, de sentirse mejor, de verse mejor, uno se convence de que es posible mantener el peso en el largo plazo, haciendo que la voluntad sea menos errática.
 

Es fundamental, que el paciente comprenda que el plan alimentario SIEMPRE debe ser personalizado, que debe basarse en nuestra edad, contextura, sexo, talla, gasto energético y patología u objetivos entre otros factores.
 
Todo ello, permitirá que el profesional desarrolle junto a su paciente una estrategia adecuada que lo guie en este camino que impulsa ante todo a “mejorar la calidad de vida”.

 

Lic. Karina Zamorano
M.P Nº 1169